viernes, 27 de julio de 2018

Serie Alma gemela - Susana Torres



Embarazoso

Con demasiados estudios y sueldos demasiado bajos, hoy día haría lo que fuese por un trabajo bien pagado. Lo que fuese menos la proposición más rara que me han hecho en la vida. 

Mi jefe, o mejor dicho, mi nuevo jefe si acepto, es Marcos Vidal. Millonario - si no Billonario -, dueño de una empresa internacional de investigación sanitaria, y por supuesto, un vividor con mala reputación - gracias a coches caros y mujeres atractivas -. 

Sin embargo, tras la entrevista, su proposición es simple; gestar a su bebé. Según él, encontrar mujeres atractivas era fácil, pero encontrarlas atractivas y responsables, no tanto. No cuando tu vida se resume en trabajar de día y disfrutar por las noches. 

Me fui a casa en shock, sin aceptar. A la mañana siguiente, una carta llega invitándome a cenar a un restaurante de lujo, disculpándose por lo abrupto de la conversación el día anterior. Aparentemente, el “playboy”, a sus casi 40 años, no necesita ni quiere esposa, pero sí un hijo. 

Seguí sin aceptar. No obstante, Marcos decidió contratarme, y ahí fue cuando mi mundo comenzó a derrumbarse. Poco a poco era inevitable enamorarme de mi jefe. Poco a poco, aquella locura parecía incluso un acto altruista, y a su manera, una forma de tener un hijo que llevase una vida mejor que la que, hasta ahora, estaba teniendo yo. 

En el fondo sabía que era una locura. No obstante, cada vez era más y más difícil, como asistente personal de aquel hombre, resistirme. Su carisma era innegable, su educación y caballerosidad implacables, y con el paso del tiempo ya no era ese rostro, esa sonrisa, o esos músculos - abdominales incluidos - los que me enamoraban, sino esa forma de, realmente, preocuparse por mí. 

Hielo derretido 

Alberto Casas es un empresario de éxito con un corazón de hielo. Analítico y estratega, tiene una vida de éxito; una mansión preciosa, hobbies envidiables y el respeto de todo el mundo. Pero hay algo de lo que carece: pareja. 

Cuando contrata a una nueva asistente personal, Marta Checa, todo comienza a cambiar poco a poco. Cuando una mujer, día tras día, te sonríe, se preocupa por ti y hace tu vida más fácil, todo hielo comienza a derretirse de forma lenta pero segura. 

Así que Alberto termina haciéndole una propuesta. Ser su asistente personal no sólo dentro del trabajo, sino también fuera. Poco a poco, la amistad entre jefe y empleada comienza a evolucionar, convirtiéndose en una relación platónica y, finalmente, consumada. 

Cuando Alberto mira al techo de su dormitorio y sabe que Marta está al lado, una duda asalta su mente. ¿Es esto amor? Bueno, probablemente. La verdadera pregunta que Alberto debería hacerse es, ¿Qué debo hacer ahora? 

Cuando Marta lo abraza, sólo esa duda está en mente. ¿Rendirse a ella o mantener su tren de vida? ¿Podrá Marta atravesar lo que queda de la coraza de Alberto? 




Huracan 

Mario Vazquez es un empresario de exito que sonrie a la camara. Pero que devora a su asistente personal en cuerpo y alma. Desde aquel momento, la vida de Elena esta en el ojo del huracan. Elena Vidal acababa de comenzar en el trabajo. Buen sueldo, condiciones, ambiente, y un jefe envidiable. Alto, atractivo, atletico y educado... hasta que comenzo a ser el mismo. Un hombre de moral gris, acostumbrado a conseguir todo lo que desea. Y la desea a ella. Desde entonces, la vida de Elena comienza a zarandearse como un barco que queda atrapado en una tormenta. Incapaz de resistir. El aliento de Mario, sus brazos, su mirada penetrante y su voz autoritaria hacian que todo lo demas dejase de existir. Sabanas de seda. El asiento de atras de un deportivo de lujo. Una mansion alejada. Cadenas, cuerda, cuero. Y unos ojos frios como la noche, junto con unas manos calidas como el fuego. Elena tenia un problema de adiccion. Mario uno de obsesion. Y solo va a peor. Advertencia: Una novela madura con contenido explicito y no apta para menores de edad. Refleja un romance oscuro, donde el poder, la dominacion y la erotica que estos representan tienen un papel fundamental."

 Suya


Trofeo y Perdicion del Millonario

Eva 
Hay un problema. A mis 21 años me veo sola en casa, con facturas que pagar y una hermana pequeña a la que proteger. Y mi mejor oferta es “vender mi cuerpo” para convertirme en la “esposa trofeo” de un millonario, Julio. Maldigo el día en que mi padre decidió darse a las drogas y terminó en la cárcel. ¿Qué alternativas tengo? Si he sabido crecer sin madre y con un padre así, un hombre con dinero no podrá anularme igualmente. Sé defenderme. O eso pensaba, hasta que comencé a ver al hombre detrás de esa fría capa de seriedad.

Julio 
Yo quería una mujer trofeo para satisfacer mis necesidades más íntimas, pero terminó siendo una oleada de calor que desató algo en mí que creía ya olvidado. Afecto. No quiero pensar que es amor. Yo, que siempre he sido controlador, dominante, y la máxima autoridad, me veo ahora en la siguiente tesitura; puedo poseer el cuerpo de Eva cuando quiera, o puedo amarla. Pero no me dejará tener las dos cosas.

Hay un contrato sobre la mesa, pero aún no está firmado.





 Acero Fundido


Romance y Pasion con el Millonario de Hielo

Arturo Matas es mucho más que un ejecutivo agresivo.

Es el CEO y dueño de una corporación multimillonaria con sede en Nueva York, Estados Unidos. Desde su penthouse en Manhattan, toda la ciudad tiene un aire más gris, frío y carente de ilusión. Todo el mundo sabe que Arturo es un hombre reservado, con pocos amigos, y muy profesional. Aunque se le ha visto con mujeres, nunca se le ha visto con pareja alguna. El hombre de hielo clásico.

Sin embargo, todo cambia cuando Arturo decide incorporar una nueva Relaciones Públicas en su empresa. Marta, extrovertida, agradable, con buen humor constante y la capacidad para darle la vuelta a cualquier situación, poco a poco se propone sacar la escarcha de Arturo y que, por una vez, el hombre salga a la superficie.

Convencida de que así el ánimo en la empresa, y la imagen pública del hombre, mejorarán significativamente, decide conocerlo y “tratarlo” a fondo, invitándolo a a cenar. Arturo, en estado de shock por el hecho de que una mujer, para colmo su empleada, le reclamase una cena, decidió aceptar por curiosidad. Se sorprendió a si mismo sonriendo en la cena y disfrutando de su compañía.

Marta no era, ni por asomo, un pasatiempo aburrido o sin mayor interés que el físico, a diferencia de sus antiguas compañías. Tampoco parecía interesada en su dinero.


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