El jefe de Juliet le dejó en herencia la mitad de sus posesiones y todos sus problemas. Carlyle Properties estaba casi en bancarrota y Juliet tenía que compartir la dirección del negocio con el hijo de su jefe Liam Carlyle, quien asumía que ella y su padre habían sido amantes. Lo que Liam no sabía era que había estado prometida a su hermano menor Simon, y Juliet no pensaba aclarárselo.
Trabajaría con Liam para salvar la empresa, pero solo mientras este dejara de creer que su padre le debía haber dejado todo a él... ¡Incluida Juliet!
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